Punto de vista de Somar Wijayadasa*
NUEVA YORK (IDN): La carrera armamentista alcanzó un nuevo nivel cuando el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, abandonó el Tratado sobre Fuerzas Nucleares de Rango Intermedio (INF) de 1987.
El 5 de agosto de 2019, el presidente Vladimir Putin advirtió que Rusia respondería con la misma moneda si Estados Unidos desarrolla misiles nucleares terrestres de rango corto e intermedio después del abandono del tratado de control de armas de la época de la Guerra Fría.
Putin dijo: “Si Rusia obtiene información fiable por medio de la cual se descubre que Estados Unidos completa el desarrollo de estos sistemas y empieza a producirlos, Rusia no tendrá otra opción que esforzarse a gran escala para desarrollar misiles similares”.
Gracias a un par de tratados, como el Tratado de Reducción de Armas Estratégicas (START I) y el Tratado INF entre los EE. UU. y la antigua Unión Soviética, el arsenal de armas nucleares se ha reducido de un máximo de 70 300 en 1986 a un total de 13 865. Pero las 6185 y 6500 cabezas nucleares que poseen los EE. UU. y Rusia, respectivamente, son suficientes para acabar con la Tierra varias veces.
El mundo conoce cuál es el poder inhumanamente destructivo de las armas nucleares que Estados Unidos desató en Hiroshima el 6 de agosto y Nagasaki el 9 de agosto de 1945, y la devastación que causaron los accidentes en Chernóbil y Fukushima.
Desde su inicio en 1945, las Naciones Unidas se esforzó en abolir las armas nucleares para lograr su noble objetivo de “salvar a las generaciones venideras del azote de la guerra”.
Al final, el 7 de julio de 2017, la ONU adoptó un Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares (TPNW) que tenía la intención de “prohibir las armas nucleares, con miras a su eliminación total”.
No obstante, los cinco miembros permanentes con armas nucleares (EE. UU., Rusia, Gran Bretaña, Francia y China) del Consejo de Seguridad de la ONU, organismo encargado del mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales, no apoyaron ese noble esfuerzo.
En el pasado, muchos líderes mundiales, como los presidentes de EE. UU., han apoyado la prohibición de las armas nucleares. Por ejemplo, John Kennedy dijo que las armas nucleares “deben eliminarse antes de que acaben con nosotros”; Ronald Reagan dijo: “No debemos detenernos hasta que veamos el día en que las armas nucleares hayan desaparecido de la faz de la Tierra”. Hermosas palabras que no se respaldaron con hechos.
En un discurso en Praga en 2009, el presidente Barack Obama prometió dar “pasos concretos hacia un mundo sin armas nucleares”. Pero, después de recibir el Premio Nobel de la Paz de 2009, se comprometió a gastar un billón de dólares en los próximos 30 años para crear dos nuevas fábricas de bombas, nuevas cabezas nucleares y sistemas de entrega que Trump planea eclipsar.
Ese impetuoso plan llevó a Rusia, China y a otros países a construir aún más armas nucleares, sobre todo cuando la amenaza de un intercambio nuclear por accidente es mayor que nunca.
El mundo entero sabe cuáles son las consecuencias del uso de armas nucleares, pero los belicistas sedientos de poder (las potencias nucleares) fingen ignorar el resultado de una guerra nuclear.
Si la mayoría de la gente del mundo desprecia las bombas nucleares exige que se eliminen, ¿por qué las potencias nucleares ignoran por completo los esfuerzos de la ONU o los deseos de las personas, y hacen todo lo posible por fabricar armas nucleares más avanzadas?
¿Creen que más armas nucleares resolverían los millones de problemas que tenemos: muerte y destrucción por guerras, refugiados, migración masiva, pobreza y hambre?
Gastos militares prescindibles en armamento
Al decir que “El mundo se está armando hasta los dientes”, el Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (SIPRI), informó que en 2018 el gasto militar mundial había aumentado a 1,8 billones de dólares, la cifra más alta desde 1988.
En 2018, EE. UU. fue el líder mundial en gastos militares al alcanzar los 649 mil millones de dólares, es decir, tanto como los siguientes ocho países juntos. Otros grandes consumidores son China (250 $), Arabia Saudí (67,6 $), India (66,5 $), Francia (63,8 $) y Rusia (61,4 $), en miles de millones de dólares.
The Economist informó que este impulso reflejó la aceptación por parte de la administración Trump de lo que se denomina “competición de grandes potencias” con Rusia y China, que quieren armas más caras y lujosas.
SIPRI indicó que EE. UU. y Rusia exportan a nivel mundial más de la mitad de todas las armas, y “las 100 principales empresas armamentísticas han vendido más de 5 billones de dólares de armas desde 2002, mientras que China, Francia, Rusia, el Reino Unido y los Estados Unidos son responsables en su conjunto de más del 70 % del comercio de armas”.
En el discurso “Oportunidad para la paz” que se pronunció el 16 de abril de 1953 ante la Sociedad Estadounidense de Editores de Prensa, el presidente Dwight Eisenhower, que era un general de cinco estrellas del Ejército de los Estados Unidos y sirvió como Comandante Supremo en Europa durante la Segunda Guerra Mundial, dijo: “Cada arma que construimos, cada navío de guerra que lanzamos al mar, cada cohete que disparamos es, en última instancia, un robo a quienes tienen hambre y nada tienen, a quienes tienen frío y no tienen ropa”.
También dijo que este mundo armamentístico no solo gasta dinero. “Está gastando el sudor de sus trabajadores, el genio de sus científicos y las esperanzas de sus niños… Esta no es vida, en ningún sentido. Bajo la amenaza de la guerra, la humanidad cuelga de una cruz de hierro”.
Conflictos militares: sufrimiento humano
Desde 1945, se han producido unas 250 guerras importantes en las que más de 50 millones de personas han sido asesinadas, decenas de millones se han quedado sin hogar e innumerables millones han resultado heridas.
En 2014, David Swanson escribió en el American Journal of Public Health que: “Desde el final de la Segunda Guerra Mundial, se han producido 248 conflictos armados en 153 ubicaciones de todo el mundo. Estados Unidos lanzó 201 operaciones militares en el extranjero entre el final de la Segunda Guerra Mundial y 2001 y, desde entonces, otros países como Afganistán e Irak”.
Solo en 2016, 100 000 personas murieron a un coste financiero de aproximadamente 14,3 billones de dólares, lo que supone el 12,6 % de la economía mundial.
Tom Mayer, un activista defensor de la paz, dijo: “La intervención militar de los Estados Unidos ha sido una calamidad en el Oriente Medio. Han destruido Iraq, desestabilizado a Libia, fomentado la dictadura en Egipto, acelerado la guerra civil en Siria y la destrucción de Yemen, y han ayudado a aplastar un movimiento prodemocrático en Bahréin”.
Después de una década de muerte, devastación, caos y millones de bajas en Irak y Afganistán, los presidentes Obama y Trump han revelado que las guerras en el Oriente Medio han costado a los contribuyentes estadounidenses casi siete billones de dólares. ¿Dónde está la paz, democracia y libertad prometidas?
Mientras se desperdicia una cantidad descomunal de dinero en armas y conflictos militares, la infraestructura de las escuelas, carreteras y puentes de todo el mundo, incluso en los países capitalistas, continúa colapsándose.
Invierte en personas: no en armas que las maten
Según las Naciones Unidas, más de 1,3 mil millones de personas viven en pobreza extrema (es decir, menos de 1,25 $ al día), más de 2 mil millones de personas no tienen acceso a agua no contaminada, 22 000 niños mueren cada día debido a la pobreza y 805 millones de personas del mundo (incluso de países capitalistas) no tienen suficientes alimentos para comer.
La UNESCO calcula que 171 millones de personas podrían salir de la pobreza extrema si dejaran la escuela con habilidades básicas de lectura. Y, con aún más educación, la pobreza mundial podría reducirse a la mitad.
El Banco Mundial calcula que el cambio climático tiene el poder de llevar a más de 100 millones de personas a la pobreza durante los próximos diez años. Tal y como están las cosas, fenómenos climáticos como las sequías, inundaciones y tormentas severas afectan de manera desproporcionada a las comunidades que ya viven en la pobreza.
¿Por qué no utilizamos esos “billones de dólares” que desperdiciamos en armas y guerras inútiles en asuntos más importantes de vida o muerte? Para mejorar la situación de los pobres, construir caminos y puentes en ruinas, mejorar el transporte público, ofrecer atención médica y reconstruir escuelas que se están desmoronando?
El presidente Trump debería “predicar con el ejemplo”
En abril, durante una reunión con el viceprimer ministro chino, Liu He, Trump mostró interés en un nuevo pacto de control de armas con China y Rusia para reducir el “ridículo” gasto militar y la producción de armas.
Trump dijo: “Como saben, China está gastando mucho dinero en el ejército, nosotros y Rusia también, y creo que estos tres países pueden unirse y detener el gasto y utilizar el dinero en cosas que tal vez sean más productivas para lograr la paz a largo plazo. Creo que sería mucho mejor si todos nos juntamos y no fabricamos estas armas”.
Aunque es una idea muy noble, sus arriesgadas acciones (contar con el mayor presupuesto militar de la historia; abandonar el Tratado INF que eliminó sus misiles de rango corto e intermedio; abandonar el acuerdo nuclear iraní que redujo y contuvo el programa nuclear de Irán; efectuar terribles sanciones contra Irán, Cuba y Venezuela; vender equipo militar a Arabia Saudí, que libra una guerra catastrófica e inhumana en Yemen; y estar en guerras comerciales y arancelarias con varios países, por nombrar algunas de ellas) están terriblemente distorsionadas.
Únase al Tratado de la ONU para la Prohibición de las Armas Nucleares
Antes de que se produzca un intercambio nuclear por un accidente, error de cálculo o incluso por intención de un líder mundial trastornado, espero que el aspirante al Premio Nobel de la Paz, el presidente Trump, reúna a los líderes mundiales para apoyar el Tratado de la ONU para la Prohibición de las Armas Nucleares con el fin de eliminar TODAS las armas nucleares.
Eso puede ser más rápido y fácil que desnuclearizar Corea del Norte o evitar que Irán u otros países “corruptos” consigan la bomba nuclear.
* Somar Wijayadasa, abogado internacional, fue delegado de la UNESCO en la Asamblea General de las Naciones Unidas de 1985 a 1995 y fue Representante de ONUSIDA en las Naciones Unidas de 1995 a 2000. [IDN-InDepthNews, 10 de agosto de 2019]
Foto: “Contra el fondo oscuro de la bomba atómica, Estados Unidos no solo quiere mostrar fortaleza, sino también el deseo y la esperanza de paz. (El presidente de los Estados Unidos, Dwight D. Eisenhower, en un discurso ante la 470.ª Asamblea General de las Naciones Unidas el 8 de diciembre de 1953)Créditos: UN Photo/MB