Por Ramesh Jaura
NACIONES UNIDAS (IDN) – Cuando los Estados miembros de las Naciones Unidas adoptaron el 7 de julio de 2017 un tratado jurídicamente vinculante que prohibía las armas nucleares y prohibía toda una serie de actividades conexas, fue un momento histórico y emotivo no sólo para la Embajadora Elayne Whyte Gómez de Costa Rica, presidente de la conferencia de la ONU. También fue un momento de profundo regocijo para una diversidad de organizaciones de la sociedad civil (OSC).
Veinticinco años después que el Secretario General de la ONU, Boutros Boutros-Ghali, abriera las puertas para que las OSC y otras organizaciones no gubernamentales contribuyeran al éxito de la Cumbre de la Tierra en junio de 1992, que subrayaba el inexorable vínculo entre medio ambiente y desarrollo, las OSC han ejercido con éxito su “poder suave” para ayudar a dar paso a un mundo libre de armas nucleares.
No es de extrañar, por tanto, que la presidenta de la conferencia, Whyte Gómez y un delegado tras otro, elogiaran el papel vital que las organizaciones de la sociedad civil han desempeñado en la ONU para la adopción de un tratado que prohiba las armas nucleares, marcando un importante paso hacia su eventual eliminación.
Una de las principales OSC que ha venido trabajando por un mundo libre de armas nucleares durante una década, es la Campaña Internacional para la Abolición de las Armas Nucleares (ICAN). Su directora ejecutiva, Beatrice Fihn, dijo: “Esperamos que hoy marque el comienzo del fin de la era nuclear. Es indudable que las armas nucleares violan las leyes de la guerra y representan un claro peligro para la seguridad mundial “.
Hasta ahora, las armas nucleares eran las únicas armas de destrucción masiva sin un tratado de prohibición, a pesar de las consecuencias humanitarias generalizadas y catastróficas de su detonación intencional o accidental. Las armas biológicas fueron prohibidas en 1972 y las armas químicas en 1992. “Es hora de que los líderes de todo el mundo, añadió, hagan coincidir sus valores y sus palabras con la acción, firmando y ratificando este tratado como un primer paso hacia la eliminación de las armas nucleares”.
El tratado también crea obligaciones para apoyar a las víctimas del uso de armas nucleares (conocidas en japonés como “hibakusha”) y también de las pruebas, así como remediar los daños ambientales causados por las armas nucleares.
Finh señaló que, como ha sucedido con los tratados previos de prohibición de armas, al cambiar las normas internacionales se producen cambios concretos en las políticas y los comportamientos, incluso en los estados que no son parte en el tratado. “Las objeciones extenuantes y repetidas de los estados con armas nucleares constituyen una forma de admisión de que este tratado tendrá un impacto real y duradero”, dijo.
Comentando la adopción del tratado, David Krieger, Presidente de la Fundación para la Paz en la Era Nuclear (NAPF) de Santa Bárbara, dijo: “Este es un día emocionante para aquellos de nosotros que hemos trabajado por un mundo libre de armas nucleares y un importante día para el mundo. . . Lo que esto representa es que la humanidad finalmente se pone de pie por la cordura y por su propia supervivencia a 72 años de era nuclear”.
Este esfuerzo para prohibir las armas nucleares ha sido liderado por la Campaña Internacional para la Abolición de las Armas Nucleares. El movimiento se ha beneficiado del amplio apoyo de organizaciones internacionales humanitarias, ambientales, de no proliferación y de desarme que han unido sus fuerzas en todo el mundo, agregó Krieger.
Mientras que Estados Unidos optó por boicotear las negociaciones, sus repetidas objeciones demuestran que este tratado tiene el potencial de impactar significativamente su comportamiento con respecto a las armas nucleares, señaló Krieger. “Los tratados anteriores de prohibición de armas, incluyendo la Convención sobre Armas Químicas y la Convención contra la Prohibición de Minas Antipersonales, han demostrado que el cambio de normas internacionales conduce a cambios concretos en las políticas y los comportamientos, incluso en los estados que no son parte en el tratado”.
Rick Wayman, Director de Programas de la NAPF, dijo: “Este tratado sobre la prohibición de las armas nucleares es realmente un esfuerzo conjunto entre la mayoría de los países del mundo y muchas organizaciones no gubernamentales dedicadas”.
Foto: Delegación de la SGI con Hirotsugu Terasaki, Director General de Paz y Asuntos Globales y Kimiaki Kawai, Directora de Paz y Derechos Humanos. Crédito: Soka Gakkai.
Hirotsugu Terasaki, Director General de Paz y Asuntos Globales de la Soka Gakkai International (SGI), dijo: “Hemos trabajado durante mucho tiempo para la abolición de estas armas inhumanas, y queremos expresar nuestro más profundo respeto a todos los hibakusha, los gobiernos, la ONU y otras organizaciones internacionales y organizaciones no gubernamentales de todo el mundo que han hecho esfuerzos dedicados para llegar a este tratado”. SGI es una organización budista laica con sede en Tokio.
La adopción de este tratado es un paso concreto hacia la concreción de un mundo sin armas nucleares, el deseo común de toda la humanidad, dijo Terasaki, añadiendo: “El siguiente desafío será hacer que la significación del tratado sea ampliamente entendida y asegurar un importante y sólido apoyo en el futuro. Esperamos firmemente que los Estados poseedores de armas nucleares y los Estados dependientes de la energía nuclear que no hayan participado en esta conferencia, trabajen con nosotros en este empeño mundial por crear un mundo libre de armas nucleares”.
Terasaki señaló que el presidente de la SGI, Daisaku Ikeda, urgió en septiembre del 2009 respecto de la necesidad de “construir una solidaridad global hacia la abolición nuclear“. Este año se conmemora el 60° aniversario de la Declaración para la Abolición de las Armas Nucleares, hecha por el presidente de Soka Gakkai, Josei Toda, en septiembre del 1957, en la que describió las armas nucleares como un mal absoluto. “Es de gran importancia para nosotros que un tratado que prohíba estas armas se haya convertido en una realidad en este momento”, agregó Terasaki.
Kimiaki Kawai, Directora de Paz y Derechos Humanos de la SGI, que estuvo en Nueva York participando en la sesión final de negociaciones en la ONU, comentó: “La adopción de este tratado es un paso trascendental. Incluso si los Estados poseedores de armas nucleares y la mayoría de los Estados dependientes de armas nucleares no han participado, la norma moral ha sido establecida muy claramente, con la voluntad conjunta de la gente del mundo tras ella. Las armas nucleares son un mal en cualquier mano”.
Otra organización líder que ha participado activamente en las negociaciones de las Naciones Unidas en Nueva York es el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR). “Hoy, el mundo ha dado un paso histórico hacia la deslegitimación de estas armas indiscriminadas e inhumanas, lo que constituye una base crucial para su futura eliminación”, dijo el presidente del CICR, Peter Maurer, en Ginebra.
“El acuerdo es una victoria importante para nuestra humanidad conjunta”, agregó. Durante demasiado tiempo, las armas nucleares siguen siendo la única arma de destrucción masiva no explícitamente prohibida en el derecho internacional. El tratado adoptado hoy llena esta brecha”.
Al hablar en las negociaciones, la Jefa de la Unidad de Armas del CICR, Kathleen Lawand, elogió a los Estados por llegar a un acuerdo. “El tratado reforzará el estigma contra el uso de armas nucleares, pero sabemos que la adopción de este tratado por sí solo no hará desaparecer las armas nucleares de la noche a la mañana. Nuestro trabajo colectivo todavía no está completo”.
Daryl G. Kimball, Director Ejecutivo de la Asociación de Control de Armas, dijo: “El nuevo Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares marca una nueva etapa en el esfuerzo de siete décadas para prevenir la guerra nuclear. Proporcionar asistencia a las personas afectadas por el uso de armas nucleares así como por los ensayos”.
Si bien el propio tratado no eliminará inmediatamente las armas nucleares, Kimball agregó que, con el tiempo, puede deslegitimar aún más las armas nucleares y fortalecer la norma legal y política contra su uso.
A su juicio, el nuevo Tratado tiene por objeto reforzar el componente clave del desarme (artículo VI) del TNP de 1968, que exige que sus 190 Estados Miembros “prosigan las negociaciones de buena fe sobre medidas eficaces relacionadas con el cese de la carrera de armas nucleares en una fecha temprana y el desarme nuclear “.
Con el nuevo tratado, los estados no pueden “probar” armas nucleares o cualquier otro artefacto nuclear explosivo. Kimball dijo: “Esto simplemente refuerza el CTBT Comprensivo de 1996, que “prohíbe cualquier explosión de prueba de armas nucleares o cualquier otra explosión nuclear” y ha sido firmado por 183 estados, incluyendo Estados Unidos, Rusia, Francia y China. [IDN-InDepthNews – 10 de julio de 2017]
Foto: La sociedad civil aplaude la adopción del Tratado de prohibición nuclear en las Naciones Unidas el 7 de julio de 2017. Crédito: Clare Conboy | ICAN.